domingo, 28 de febrero de 2010

Y se hizo el color


Hoy me he levantado gris. Sin color, dispuesta a dejarme tocar por cuántos pinceles se me pusieran por delante. Y he tenido suerte.


He arriesgado mucho: es domingo, y todos sabemos lo que supone un domingo en Inglaterra: melancolía para desayunar, mojada en café con lluvia y un poco de oscuridad para dejarnos intimidad. La tristreza no es egoísta y sabe repartir bien el espacio. Pero quién no arriesga no gana, y esta vez el día me había guardado un as en la manga sin yo saberlo.


Es increíble como los gestos pueden dibujar los trazos más logrados sobre un lienzo sin color. Como una sonrisa puede colorear una silueta casi sin esfuerzo y cómo una mirada es capaz de llenar el espacio vacio sin cargar la atmósfera. El amor no es jactancioso, y sabe repartir los tiempos más o menos de manera proporcional: hoy me ha dado un buen pedazo de su pastel, recordándome a gritos la importancia de que te susurren un 'te quiero' al oído, mientras te curan viejas heridas.


Es dificil acordarse de que la soledad llama a tu puerta cuando te ves rodeada de algo tan puro y tan sincero. Es difícil sentirse mal cuando sientes que pueden abrazarte fuerte hagas lo que hagas, y pase lo que pase.


Hoy soy de color amarillo. Y verde. Soy de color rojo, y soy añil. Hoy es domingo y he conseguido decir adiós a una semana difícil con una sonrisa en la boca.


Hoy prometo que mañana será un nuevo día.

Hoy prometo que no escaparé de ningún domingo más.

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